El sábado pasado presentamos una ceremonia bilingüe en inglés y castellano que casi, casi, nos llevo hasta uno de nuestros países vecinos. Nos detuvimos unos kilómetros antes de atravesar la frontera con Portugal, en la maravillosa ciudad histórica de Ciudad Rodrigo. El acto tuvo lugar dentro del recinto amurallado del municipio, sencillamente espectacular. Llegamos a pie al espacio de celebración con la sensación de que nos podríamos cruzar por el camino con cualquier personaje de Juego de Tronos… aquí se podrían rodar sin problemas varios capítulos de la serie.
Al igual que la última ceremonia que hemos oficiado, hace menos de una semana, de nuevo hemos estado en un palacio, un lugar, simplemente, impresionante, el Palacio de Montarco. Un lugar de ensueño para contar una historia de película, incluyendo una pedida de mano en un puente de Londres en el que hoy se puede encontrar un candado que fue testigo de todo.
Fue una ceremonia muy «inglesa», en que los 120 invitados se distribuyeron a cada uno de los lados del pasillo según fuesen del novio o novia. Hubo música en directo a cargo de un trío de violín, violonchelo y trombón que alternó temas clásicos con otros contemporáneos con mucho estilo. Hubo seis damas de honor, entre ellas, todas las hermanas de la pareja, que también participaron en la ceremonia. Las hermanas de él, leyendo unas emotivas palabras, muy personales. La hermana de ella, cantando en directo una bonita canción, Songbird, de Eva Cassidy. Por supuesto, los novios (que eligieron permanecer de pie durante toda la ceremonia) se leyeron votos el uno al otro.
De igual modo, fue una ceremonia muy española, con la lectura breve de los artículos oportunos del código civil, en consentimiento de los novios con las preguntas habituales a cada uno en su idioma y también incluyó el rito de las arras en el que cada uno también dijo sus frases en su lengua, como correspondía.
Al final novios, testigos y maestro de ceremonias firmamos el certificado de ceremonia especial que nos habían encargado para la ocasión y que nuestra artista no pudo resistirse a personalizar para que no quedase duda de que era suyo y solo suyo, como se ve en la foto.
Antes de regresar a Valladolid nos dimos una última vuelta por el palacio, disfrutando del espacio y también de los numerosos detalles preparados para la celebración… nos hizo mucha ilusión ver nuestro nombre, Daniel Rodríguez, en el programa de la ceremonia: