El sábado pasado estuvimos una vez más en el mesón Don Pelayo, uno de los no tan abundantes espacios para celebraciones de eventos de todos los tamaños situados en Valladolid capital. Los novios no habían elegido el lugar por casualidad: lo hicieron por la vinculación especial con el lugar que tenía, entre otros, el mismo padre de la novia. Y una vez celebrada su ceremonia allí, el vínculo se ha ampliado a ellos y a sus casi noventa invitados.
El mesón Don Pelayo es un recinto clásico entre los clásicos (en su web cuentan que sus salones se usan como restaurante desde 1979) que tiene unos amplios jardines, en los que celebramos la ceremonia.
Como en otras ocasiones, los invitados que participaron (dos en este caso, chicas ambas) pusieron el toque emotivo. Pero también hubo momentos divertidos, sorpresas y guiños privados, en este caso dedicado a dos invitados en concreto, como el que los novios quisieron incluir en la parte más formal pidiéndome que dijese la célebre frase «si alguien se opone a esta unión que hable ahora o calle para siempre«. ¡Sobra decir que nadie se opuso!
Como remate la pareja también quiso incluir un rito simbólico, no uno de los muchos que se pueden ver en cualquier ceremonia sino uno creado por nuestro equipo, el rito del cordón, que se realiza con un cordón de seda hecho a mano por mi mismísima abuela, María Paz, y que los novios conservarán para siempre como recuerdo. Lo más conmovovedor para mí fue el detalle que me entregaron para ella antes de empezar.
Con tantas emociones juntas, incluido un anillo que desapareció y apareció, unos zapatos que hubo que quitarse y volverse a poner, risas, lágrimas, nervios, besos… estoy seguro de que nadie de los presentes olvidará nunca la ceremonia. Yo el primero.
Daniel Rodríguez - abcDani 