Hemos vuelto

En realidad, nunca nos habíamos ido. Estamos más activos que nunca y por eso nos hemos ausentado de este blog desde que nos encargaron ser los pregoneros del carnaval de Valladolid del año pasado. Cada año estamos batiendo nuestros propios records presentando ceremonias… fueron 30 en 2015, 34 en 2016 y 34 en 2017, teniendo en cuenta que estamos a la mitad de temporada y que aún queda mucho para terminarla, por lo que hay un buen margen para superar la marca sin problemas.

Desde ahora mismo vamos a intentar contar periódicamente algo de las ceremonias que presentemos cada semana. A veces sumaremos actuaciones y nos saldrán entradas más largas: en esta temporada hemos tenido fines de semana con ceremonias en viernes tarde, sábado por la mañana y por la tarde, domingo por la tarde, lunes por la mañana… sin contar los espectáculos de teatro de calle o sala que podamos haber representado. Está siendo un año apasionante.

Y ahora os contamos la ceremonia del sábado pasado, en la que María José, española, y Valentin, belga, hicieron un largo camino hasta Valladolid con su bebé desde Esneux, una localidad cerca de Lieja, en Bélgica, en la que viven. A sus dos gatos no los trajeron pero a pesar de ello estuvieron muy presentes en la ceremonia, que celebraron en un lugar fantástico, en un museo… y es que cualquier museo es un lugar fantástico

Reunieron a un gran número de invitados de Bélgica y España, muchos de ellos niños. Todos se portaron de diez, incluido su bebé, que sonreía cada vez que escuchaba su nombre en alguna de las intervenciones.

La ceremonia bilingüe en castellano y francés duró cerca de cuarenta y cinco minutos que transcurrieron como un suspiro, entre la entrada de Valentin mientras sonaba Arcade Fire, su grupo favorito y la salida de los dos juntos al ritmo de una canción de la banda sonora de «Nous trois ou rien«. A ello contribuyeron unas emocionantes intervenciones de invitadas (dos amigas de ella, una amiga de él) en las que no faltaron anécdotas sobre malentendidos lingüisticos, recuerdos a un antigüo grupo de rock de la novia… una ceremonia de la arena con tierras procedentes de la región de las Ardenas por un lado y de Tierra de Campos por otro… y, sobre todo, unos enternecedores votos que se dedicaron uno a otro llegado el momento.

Y al terminar tuvieron el detalle de invitarnos a una cerveza durante el cóctel… ¡era cerveza belga, por supuesto!

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